Desde el otro lado te observo, te deseo. Solo puedo admirarte y quizás soñarte. Cada día, mientras el sol cae, tu sombra me concede ese tímido placer de poseerte, solo es tu sombra, solo eso.
Según cae la noche te pierdo, desapareces. Estoy tan cansado de esta soledad, de ser solo un lejano faro, sin luz, sin compañía, de solo poder admirar un horizonte que apenas si llego a soñar con cruzar...
Mañana, al atardecer, no dejaré escapar tu sombra.
Mañana, al atardecer, tiraré de ella y te arrastraré conmigo.
Mañana, al atardecer.....
martes, 15 de julio de 2008
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